Asomarse a una lectura es un ejercicio de libertad, una disposición de acogida ante el que escribe, una donación del tiempo vital y un definirnos ante lo que estamos recibiendo como afirmación, cuestionamiento o simplemente aprendizaje.
Ocurre que, normalmente, estoy situada en la orilla del que recibe y me resulta un poco extraño – aunque no incómodo- ser la iniciadora de esa comunicación.
Me gustaría situar este compartir como una ventana que se abre y muestra parte de su paisaje, de su interior color; limitado por el marco, pero precisamente por eso, concreto y apreciable.
No deseo enfocar estas líneas como una justificación de nuestra opción de vida, porque la vida no lo necesita, sencillamente se “es” y en ese serse lo manifiesta todo. Sino como una resonancia convencida que fluye del hecho de vivirla cada día como un don y un reto que vertebra la existencia.
Desde esta perspectiva intentaré adensar nuestra experiencia humana y creyente,- inevitablemente subjetiva y por ello, rotundamente convencida-; de modo que, desde dentro, se manifieste el sentido real de la opción contemplativa en este momento de la historia que nos es dado caminar. Aportando algo de luz sobre su dinamismo, tantas veces desconocido, desenfocado, tergiversado y poco accesible, en lo cual, ciertamente, tenemos nuestra parte de responsabilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario