martes, 10 de mayo de 2011

Eterno ahora

Sor Amada y sor Concepción, se llaman. Tienen 86 y 83 años, respectivamente. Dominicas por convicción, por misericordia recibida y otorgada.

Cabalgan las horas sostenidas por sus andadores, aclimatadas al silencio, siempre pertrechadas por el rosario mientras peregrinan el tiempo, acomodadas en ese eterno ahora que es su hábitat, tan diferente del Carpe diem sin horizonte, ni pasado. Han superado la esclavitud del reloj para alojarse en la confianza ejercida en lo inmediato.

La agilidad de su acogida del acontecer, de cada realidad, suple la falta de su memoria y la sonrisa de la aceptación, sus pasos torpes.

Siempre juntas en su debilidad, siempre acompasadas, siempre orantes.

Ellas devuelven al claustro del Monasterio su talante contemplativo, con sus “procesiones” previsibles y pausadas, con su predicación elocuente en el brillo de sus miradas, con su presencia frágil y maravillosa.

Cada uno de sus pasos es una intercesión y cada uno de sus latidos un gemido inefable de esperanza.
Ellas son nuestro tesoro, la cuna de nuestra ternura, su desvalimiento nos madura y nos ennoblece, su testimonio pujante implicado en lo cotidiano, en lo sencillo, en el no claudicar de vivir, nos alienta y fortalece.

Ellas son nuestra bonanza, esa sabiduría escondida y sin pretenderlo evidente, esa paz florecida sin alardes, ese abandono discreto y gradual.

Ellas son la frescura del asombro, la vitalidad de lo transparente, la fortaleza de la entrega sin recortes, la alegría de dar vida hasta el final.

Ellas son la lozanía de la Pascua, el dulce tacto de la Gracia rozando nuestros corazones.

3 comentarios:

  1. Es un aliento de vida ver a estas dos Hermanas religiosas pasar por este mundo derramando entusiasmo, esfuerzo y sacrificio en unos momentos en que la sociedad trata de esconder lo que es antiguo y parece que no sirve. Su ilusión conforta y agrada . "Presencia frágil y maravillosa". Eso es lo que necesiita este mundo, a veces, tan meterialista y depresivo. El ejemplo nos viene de un convento de dominicas de clausura acostumbradas a pensar en el sentido de la vida. Gracias por vuestra vida ejemplar.
    AC

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  2. ¡Que complicado hablar de Dios! ¿no se puede explicar más sencillamente para que lo entendamos todos?. En fin... sugerencia

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